Un paseo por las terrazas de La Seu, la catedral que mira al Mar Mediterraneo.
Poder contemplar los arbotantes, las «costillas» que descargan el empuje de las bóvedas hacia los contrafuertes. El rosetón que es uno de los más grandes del gótico con un diámetro de casi trece metros y una superficie de cien metros cuadrados de tracería y cristales emplomados. Y el repertorio de gárgolas de todo tipo, animales fantásticos que contemplan la bahía de Palma y sus callejones.